LA NOSTALGIA EN NAVIDAD

Navidad, tiempo de reunión familiar, de reencuentros, de emociones intensas. Hermosos árboles y belenes decoran los rincones del hogar. Turrones, polvorones y variados manjares típicos rellenan doradas bandejas. Todo se viste de brillo, de música, de celebración. Las calles y comercios se engalanan de luces anunciando ¡FELIZ NAVIDAD! Sin embargo, ¿es la felicidad la emoción que reina en estas fiestas?

A menudo la luz y alegría que viste el ambiente en Navidad se torna nostalgia en el corazón de muchos. La imagen idílica de la Navidad como época de unión y felicidad acentúa las ausencias percibidas. Personas que han fallecido, parejas que nos han abandonado, hijos que se han emancipado o circunstancias de salud, económicas o de otra índole que han cambiado. Echar un vistazo atrás y percibir que el pasado fue mejor puede inundar de nostalgia el sentir en Navidad. Esto también sucede porque las fechas navideñas “despiertan el cerebro y aumentan la sensibilidad”. No es casualidad que sea en esta época cuando las ONG despliegan todo tipo de maniobras de captación de socios y donativos: estamos más sensibles y solidarios con los demás. Además nuestra mente está mucho más despierta, y es por ello que fijamos con más intensidad lo vivido en estas fechas. Intenta recordar navidades anteriores, y comprobarás que puedes recordar con facilidad muchos detalles como dónde las celebraste, qué personas estaban, cuál era el menú, qué ropa vestías o alguna anécdota que ocurriera. El cerebro y las emociones están mucho más abiertos y receptivos que en días corrientes de nuestro calendario. Esto también explica que en estas fechas notemos más las ausencias y podamos sentir nostalgia o mucha tristeza por personas o circunstancias que ya no existen.

TRANFORMAR LA NOSTALGIA EN UN RECUERDO AGRADECIDO Y UN IMPULSO AL FUTURO

Si son las primeras navidades que pasas después de que tu pareja rompió la relación, habrás comprobado que todas las fechas señaladas a lo largo de un año acentúan el recuerdo ( aniversario de la pareja, cumpleaños, San Valentín, Semana Santa, etc.) Sin embargo, la buena noticia es que conforme vas pasando estas fechas, estableces nuevas vivencias y por tanto nuevas asociaciones en tu cerebro, difuminando más los recuerdos pasados, y de este modo, superas el primer “ciclo del duelo”, es decir, el primer año después de la ruptura. Pasado este primer año, existe un gran cambio emocional: se seguirá recordando a la expareja pero con menos frecuencia y menos dolor. Y si además te lo propones, puedes ir transformando en aprendizaje todo lo que recuerdas de la relación, para fortalecer el vínculo contigo mismo y crecer de lo vivido.

Algo muy parecido ocurre cuando la ausencia es de un familiar fallecido, frecuente motivo de nostalgia navideña en muchas familias. Y en este caso, es posible transformar ese amargo recuerdo  en un homenaje al ser que ya no está. Así, podemos nombrar a la persona, recordar sus anécdotas, incluso cocinar su plato favorito para la gran cena navideña. De este modo, hacemos presente en nuestro corazón al ser fallecido, y ensalzamos el legado que nos dejó en vida, transformando la tristeza en un recuerdo lleno de agradecimiento.

La Navidad y la transición al nuevo año es un momento de balance, nos detenemos a valorar cómo ha ido el año, y en este punto es muy importante el “radar” que utilicemos. Si empleamos un “radar negativo”, seleccionaremos todo aquello que nos ha ido mal: proyectos inconclusos, ilusiones fallidas, meses en paro, acontecimientos tristes, pérdidas materiales o personas que ya no están. De este modo, acentuaremos la nostalgia y el sentimiento de fracaso. Si por el contrario elegimos hacer balance con el “radar positivo”, apreciaremos los logros conseguidos, nos agradeceremos los esfuerzos realizados, las personas que nos han apoyado, la salud que hemos tenido,… Con el “radar positivo” los errores cometidos son necesarios pasos hacia el éxito, lo perdido crea un vacío ahora disponible para lo nuevo, las parejas que se han marchado son aprendizajes para nuevas relaciones, los familiares fallecidos obedecen a una naturaleza de la existencia y siempre permanecerán en nuestro corazón,  recordando  con amor y agradecimiento lo vivido con ellos.  De esta forma, la oscuridad, el dolor, el vacío del alma, se torna  paz, aceptación y un aliento que arroja luz al futuro.

Feliz Navidad.

Mónica Ferrera, psicóloga.

  1. María Jesús says:

    Gracias por tu nuevo artículo. A mi siempre me ha encantado la Navidad y aunque echo de menos tiempos pasados, ahora la disfruto de otra forma con mis hijos. Pero hoy estoy especialmente sensible porque un sobrino mío está ingresado y aunque no es nada grave no dejo de pensar que esta noche él y mi hermana van a estar solos en el hospital. Un beso.

    • monica says:

      Hola, Mª Jesús! Disculpa la demora, no había visto tu comentario… Siento lo de tu hermana y tu sobrino, espero que haya mejorado y puedan disfrutar del resto de las fiestas navideñas. Un abrazo fuerte!

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  • Mónica Ferrera

  • "A través de este blog quiero compartir conocimientos y experiencias sobre la mente, el comportamiento y el sentir humano. Lejos de tecnicismos y diagnósticos psiquiátricos, me centro en la vida misma, en los condicionantes que influyen día a día en la felicidad o infelicidad de cada uno de nosotros. Para ello me baso en mi experiencia clínica en la consulta, en mi pasión por seguir formándome y aprendiendo cada año, cada día; en numerosas investigaciones que he contrastado; y cómo no, en mi experiencia personal. Mi objetivo es aportar y compartir. Mi deseo, poner en tus manos herramientas para ser más feliz."
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